martes, 20 de mayo de 2014

Descanse en paz, señor Sebastián

Desde que llegué a Zaragoza hace más de cuarenta años, usted siempre ha estado ahí. Un pilar perenne de sonrisa franca. Ayer decidió dejarnos para volver a ver a su querida señora Paca. Dele un abrazo de mi parte.
Solo que nadie como usted se va del todo. Sigue ahí, conversando en casa de mis padres y en su Alcalá de Moncayo. Y sentado frente al portal, viendo deslizarse el tiempo con aire bonachón, como si supiera que al fin y al cabo no es tan importante.
Algunas personas nunca se marchan del todo.
Usted sigue ahí. No amuele.
Gracias.

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